Permiten construir una interfaz inteligente, capaz de establecer conexiones entre sistemas y comunicarse con transparencia. Además, ayudan a crear plataformas estandarizadas con protocolos y análisis de datos.
En la práctica, es algo sencillo de entender. Por ejemplo, si el desarrollador genera una aplicación de edición de fotos para smartphones, puede añadir la función de utilizar la cámara del teléfono dentro de la propia aplicación para hacer fotos con filtros.
Esto solo funciona porque tanto la aplicación como la cámara están conectadas y se comunican a través de la API del sistema operativo del dispositivo. Usar este método es mucho más sencillo que crear una interfaz desde cero para la cámara.